En ocasiones leer nos puede parecer una actividad tediosa, a la que hay que dedicar un tiempo que en ocasiones preferimos dedicar a otras cosas más "amenas", .. Sin embargo una vez nos embarcamos en la nave de la lectura, en un buen libro, disfrutamos de momentos inolvidables, descubrimos lugares a lo que solo nuestra imaginación puede acceder, nos formamos, aprendemos, y poco a poco descubrimos una nueva forma de libertad. No leamos porque nos obliguen, leamos por nosotros mismos porque de esta manera estamos invirtiendo en nosotros.
Para finalizar os invito a reflexionar sobre el siguiente artículo, que espero os guste. ¡Feliz día del libro!
LEER EN DEFENSA PROPIA
No sabemos apenas nada de los demás, ni de sus sueños,
miedos y renuncias, y con ese agujero de conocimiento pretendemos tejer esto
que llamamos sociedad. Convivir es vivir con el otro, ese desconocido; y
construir algo con el otro es encontrar lo común, hacer por conocerlo para
conocernos a nosotros mismos. Cultivar lo común es la base de la comunidad.
Porque resulta que no es lo mismo vivir juntos que vivir en común. Lo primero
es la agregación de uno más uno hasta el límite que alguien imponga, lo segundo
es la suma de todos. Es sencillo: para conocer al otro hay que mirarse dentro,
y para conocerse a uno mismo hay que mirar el interior del otro. Ya. Pero nos
hacen vivir en la separación: el individualismo y su dios ombligo dominan el
tejido social. Esa construcción viene de fuera, impuesta, es una estructura
colosal a la que le interesa que nos desconozcamos, que creamos que los sueños
y los miedos que ellos crean para nosotros son realmente nuestros. Nos inoculan
el deseo y la ansiedad por tener o por aparentar. El consumismo y su mascarada:
eres lo que tienes, eres lo que aparentas. Tal cual.
Frente a
esa soledad que nos deja a la intemperie de los objetos y los usos también
tenemos herramientas de resistencia, tildadas (por la misma maquinaria que nos
confunde) como inútiles, por improductivas, o desactivadas como meros objetos
de consumo o fetiches superficiales. Tenemos los libros y tenemos el arte,
tenemos las ciencias sociales y tenemos la filosofía. Libros y miradas, no como
algo que se vende y que se posee sino como la trama que nos muestra al otro,
que nos conecta con nosotros. Las ciencias y los ojos de los otros que miran y
descifran lo que somos y lo que podemos ser, más allá del pensamiento monocorde
de la máquina y el mercado; la filosofía que nos obliga a someternos a las preguntas
precisas, el arte que hace visible la transparencia que también somos. Todo eso
nos salva, todo eso nos teje en común, crea comunidad. Y por eso lo devalúan
constantemente. Porque una comunidad tiende a defenderse, y nos prefieren
sumisos y solos, entretenidos y anestesiados, de espaldas al otro,
desconociéndonos, anhelando tener y aparentar, temiendo perder lo que en
realidad no necesitamos, justo aquello que nos hace más vulnerables y pobres.
Frente a eso los libros, el arte, pensar en el otro. Comunicarnos. Crecer hacia
el otro a través de uno, como un acto de legítima defensa.
Publicado en la voz de Almería
Raúl Quinto
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