
Casada joven, pasó a residir en Almería, donde
su suegro era el propietario de la tipografia en que se realizaba el
diario de esa capital, lo que la permitió familiarizarse con ese mundo.
Al fallecer el segundo de sus hijos decide abandonar a su marido y se
marcha a Madrid con su hija. Empieza a estudiar al tiempo que trabaja y
pronto obtiene el título de Maestra y una plaza en la Escuela Normal de
Guadalajara, de la que se trasladará luego a la de Madrid y a la de
Sordomudos y Ciegos.
Mujer adelantada a su tiempo, escribió en
abundancia sobre los temas más opuestos, desde la estética femenina
hasta los de carácter republicano. A pesar de su fecundidad literaria
tuvo tiempo para mantener abierta su casa a todos los autores del
momento, muchos de los cuales no dejaban de sorprenderse ante la figura
de una escritora-ama de casa.
Cansinos Assens, en su Diario de un
literato, nos ha dejado un retrato bastante frivolo y superficial de
esta autora. Como contrapunto, Ramón Gómez de la Serna, que convivió
varios años con ella, nos permite conocer su intimidad: "Carmen vino a
Madrid a rehacer su vida, sin recursos, con su hija en brazos, como esas
pobres de mantón con su hijo palpitante bajo el mantón en una pieza de
ellas y del niño, del niño que es un leve y elevado bulto que remata
enaltecedoramente la estatura de la madre, y que parece como ese niño
empotrado en la piedra, consubstancial y ahondado en ella de Nuestra
Señora de la Almudena. Carmen, con su sombrerito triste y con su hija
siempre en brazos, hizo sus estudios de maestra superior, ganó sus
oposiciones a Normales entreverando todo eso con artículos en todos
lados y hasta escribiendo fajas en casa de una modista que tenía un
periódico de modas. Carmen entonces era Carmen de Burgos y para dar
variedad a su nombre empleaba los seudónimos ingenuos y románticos de
«Raquel», «Honorine», «Marianela». Apenada, nerviosa, fatigada, escribía
para vivir, hasta que por fin fue la primera «redactora» de periódico.
Por entonces Augusto Figueroa, el gran periodista, le dijo un día, a la
salida de El Diario Universal: «Usted debe firmar Colombine», y ella se
llamó desde entonces «Colombine»"
Fundó la Alianza Hispano
Israelita, de la que la Revista Crítica fue el órgano difusor en 1908.
El 9 de octubre de 1932, tras haber intervenido en una reunión del
Círculo Radical Socialista, fallecía de un ataque. El diario El Sol
destacaba en su nota necrológica que en sus últimos momentos expresó su
contento por morir republicana. Colaboró en La Correspondencia de
España, El País, ABC, etc. y como redactora en El Heraldo y Nuevo Mundo
de Madrid.
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